Conejo en Salsa

La carne de conejo es una carne magra baja en calorías y que solo aporta unas 130 kcal por cada 100 g. La carne de conejo aporta proteínas de alto valor biológico, y es una carne tierna y de fácil digestión. Esta receta es muy fácil y como el conejo no tiene mucho sabor, el ajo y el pimentón hacen una salsa muy rica.

Una curiosidad de Wikipedia: el término de Hispania, con el que los romanos denominaban a la Península Ibérica, proviene de un vocablo fenicio que hacía alusión a la misma como una «tierra rica en conejos», yen algunas monedas acuñadas en época de Adriano, se representaba a Hispania como una dama sentada con un conejo a sus pies.

Ingredientes

  • ½ conejo troceado
  • 1 hígado de conejo
  • 4 dientes de ajos
  • 1 cucharada de harina
  • 1 cucharadita de pimentón de la Vera
  • Aceite, sal y pimienta.

Preparación

1

Salpimentamos el conejo. En una cazuela le añadimos las 4 cucharadas de aceite y lo ponemos al fuego. Cuando el aceite esté caliente, añadimos el conejo, el higadito y lo sofreímos.

2

En un mortero ponemos los ajos pelados. Sacamos el higadito ya sofrito, lo troceamos y lo ponemos con los ajos. Bajamos el fuego del sofrito al mínimo para que conserve el calor, pero no se queme. Machacamos los ajos con el higadito hasta que nos quede una pasta. Incorporamos la cucharada de harina, el pimentón, lo mezclamos. Añadimos la mezcla a la cazuela que hemos mantenido con el fuego mínimo y lo removemos todo hasta que quede bien mezclado.

3

Añadimos un vaso de agua, subimos el fuego, rectificamos de sal y removemos. Cuando empiece a hervir, bajamos el fuego y dejamos que cueza una media hora. Como el conejo es una carne muy tierna, a lo mejor con menos tiempo lo tenéis ya tierno (pinchando con un tenedor lo puedes comprobar).

4

Como a algunas personas no les gusta el conejo, pero la salsa está muy rica, si le añades unos trozos de pollo puedes contentar a todos.

A lo mejor lo del higadito machacado hay comensales que te lo pueden cuestionar por ser reticentes a las vísceras. Si no somos demasiado explícitos con los ingredientes (sin engañar, si nos lo preguntan directamente), lo más probable es que les sepa riquísimo porque no predomina su sabor. Si no queremos usar el hígado, lo sustituimos por unas almendras.

¡Hemos cocinado una carne blanca, tierna y de fácil digestión!

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